viernes, 19 de junio de 2009

~ Cornelius Sankar - Domador ~

Nombre: Cornelius H. Sankar III

Sexo: Masculino

Edad: 35 años

Rango: Domador

Apariencia: "Grande como una montaña y duro como el acero". Bien podrían ser esas, a priori, buenas palabras para describir a esta inmensa mole de puro músculo que incluso un oso pardo podría envidiar. Gigante como el ogro protagonista de un cuento, el siempre alegre Cornelius Sankar es, aunque podría no parecerlo a primera vista, un hombre muy preocupado por su aspecto. Cada mañana peina concienzudamente los apenas tres pelos que aún se distinguen en su inmensa calva, dejando para el final su mayor orgullo: un bigote espeso, negro y rizado en grandes espirales que sirve de marco inmejorable a su eterna sonrisa. Es el único miembro del circo que asume su papel tanto dentro como fuera de la pista, siempre vestido con su traje de pieles y acompañado en todo momento de su látigo de cuero y su tigresa favorita, Turquesa.

Pasado: Cornelius Sankar proviene de una excelsa tradición circense de domadores de bestias; toda una estirpe gloriosa de la que es el último representante. Entrenado por su padre, el archiconocido Cornelius H. Sankar II, como éste lo fue por su abuelo, Cornelius H. Sankar I "El Magnífico", la figura más vitoreada por los más jóvenes de la grada es una verdadera eminencia en todo cuanto a animales de todo tipo se refiere: capaz de dominar con el mismo aparente esfuerzo a una docena de pulgas como a una docena de elefantes. Como cabeza de la saga de los Sankar es su deber, jurado ante su padre en su lecho de muerte, perpetuar la historia de su apellido trayendo un nuevo "Cornelius" al mundo; cosa que le resulta más complicado de lo que alguna vez creyó. El director Tarsem removió cielo y tierra para persuadirle de unirse a su circo en su afán de reunir a los mejor artistas del mundo. Hasta el día de hoy Cornelius no ha dudado ni por un instante de que no podría estar en un lugar mejor.

Personalidad: Como cabía esperar de un Sankar se convierte en el señor absoluto de la pista cuando domina a sus fieras haciendo las delicias de grandes y pequeños. Pero, por contra, fuera de ella su confianza y seguridad en sí mismos menguan hasta hacer de él un ser tímido y apocado que apenas se atreve a mirar a nadie a los ojos. Esta circunstancia, por suerte para él, pasa desapercibida habida cuenta de que nadie se atreve siquiera a molestarle en lo más mínimo temerosos de una violenta reacción que nunca se ha producido pero de la que todos hablan; un rumor falso que le ha sido de gran ayuda durante los últimos años. Aunque por lo general trata de mostrarse tan abierto y dicharachero como en sus espectáculos, su incapaz para relacionarse se hace más patente cuando se trata de mantener algún contacto con el sexo femenino. Una simple mirada de unos ojos de mujer es suficiente para desarmarle por completo, lo que le hace sentirse tremendamente culpable al pensar que terminará por decepcionar las expectativas que su padre fijó en él al hacerle prometer que engendaría un heredero para el nombre de su linaje. No obstante está perdidamente enamorado de su ayudante, la joven Lisbeth, a quien es incapaz de dejar de adorar aún a pesar de su desconsiderada y cruel actitud hacia él. El romance que mantiene con Tristán es causa de gran dolor para Cornelius y también de rivalidad, aunque nunca ha tratado de cruzar una sola palabra con él.

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